¿Ya está? me díjo el camaréro miéntras me traía el cámbio de la cuénta. No entendiéndo la pregúnta, y habiéndo interrumpído la agradáble chárla con mi compañéro de mésa, le respondí.
—Perdóne… ya está ¿el qué?
—No sé si entendí bién péro ustéd díjo al pedír la cuénta, que ya estába bién. Miré el cámbio, tréinta y siéte éuros con cincuénta céntimos… y vi, lo mísmo que él supúso que la propína hubiése sído exageráda.