Mi derécho a exponér… fótos.

Puésto así, lo mísmo que la libertád, tódos tenémos derécho a exponér.

Péro no hay dúda que éste derécho se tópa con el derécho de los demás, no a exponér, que también lo tiénen, síno a tenér que aguantár tu exposición…

Ésta discusión no exíste cuando se es un buén fotógrafo y el exponérlas es un gústo pára el que lo háce y un placér pára el que las ve ya que entónces tenémos el mejór de los dos múndos.

¿Péro qué pása cuando se es un fotógrafo mediócre o peór? También tenémos nuéstro corazoncíto.

¿Nos podémos negár, aúnque séa úna vez en la vída a exponér nuéstras «óbras maéstras»?, ¿a tenér un instánte de esplendór?

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La cárta que a álguien leí

Salí de mi vagón en la estación de Páddington en Lóndres. La génte al salír formába al desplazárse por el andén ótro tren paralélo. Yo debía ser de los priméros de ésta enórme fíla ya que un hómbre se púso delánte de mí deteniéndome en séco y sin mirárme me extendió úna cárta.

Le miré, éra viéjo y un poquíto más bájo que yo y no me mirába.

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El Império Tortosíno y la dróga que lo hízo posíble

Es dígno de anotár que el início de un Império séa el de un artículo publicádo sóbre úna supuésta dróga que exíste en Tortósa.

Más curióso es que se úse ésta dróga pára financiárlo,  pára lográr su procéso de independéncia, y la ampliación territoriál (como en tódo Império).

Y más sorprendénte es cómo se lléga al finál de éste Império.

Y tal vez no debería sorprendérnos si sabémos lo poderóso que es «Don dinéro»

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